miércoles, 9 de septiembre de 2015

Smoothie con toppings

Este verano me estoy aficionando a los smoothies para el desayuno. He perdido toda la pereza para prepararlos. También ayuda que estoy en casa de mis padres y que aquí tengo la Thermomix a mano y con ella la textura queda impresionante. 


Este lleva una base de plátano congelado. Los pelo y los congelo ya troceados. Así aportan una gran cremosidad. En mi afán por emplear frutas de temporada, añadí una fresquilla o nectarina. En la base puse un pudding de semillas de chia (hecho con leche de vaca), y de topping añadí unas almendras, semillas de amapola, pipas de calabaza y bayas de goji. Los toppings, además de color, aportan ese toque crujiente que le da vida a los smoothies y los hace más apetecibles y divertidos. Además, conviene recordar que en general las semillas son una importante fuente de vitaminas y por tanto, conviene incluirlas en nuestra dieta. 

jueves, 3 de septiembre de 2015

¿Somos los nazis del siglo XXI?

El holocausto judío nos horroriza ¿Cómo fue capaz la humanidad de alcanzar tales cotas de maldad? Nos preguntamos ¿Por qué pasaron tantos años hasta que el mundo entero dijo "basta ya"? ¿Por qué los alemanes hacían la vista gorda cuando sus vecinos y amigos eran deportados a campos de concentración? ¿Por qué se denunciaban entre ellos por ser o acoger a judíos? Era como si la humanidad entera se hubiese vuelto completamente loca. 

Hoy miramos con perspectiva, vemos películas, escribimos libros, celebramos el aniversario del fin de la Segunda Guerra Mundial, de la liberación de Auswitch. Estamos convencidos de que nosotros no habríamos dado la espalda a los judíos . 

Y sin embargo, hoy somos nosotros los cómplices de la locura, permaneciendo impasibles ante el drama sirio. Miles de personas buscan refugio en otros países. Abandonan sus hogares, su tierra, su país, huyendo de una guerra que dura ya demasiados años. Un conflicto que los ha dejado sin nada. Y ahora nosotros les robamos la esperanza. Europa no quiere acogerlos. Los países más cercanos cierran sus fronteras. 


Hoy en los telediarios repetían la imagen de Nilufer Demir, el niño sirio ahogado en aguas turcas cuando huía con su familia hacia las islas griegas. Una historia que ha tenido el peor de los finales. Me abstengo de poner la foto. Ya la hemos visto demasiadas veces y de verdad, mi sensibilidad tiene un límite. 

Pero tanto como esta fotografía estremecedora, me han conmovido las imágenes de la estación de tren de Budapest, donde los sirios se hacinaban en los vagones con la esperanza de poder abandonar Hungría, un país que legisla para imponer penas de hasta tres años de cárcel por un cruce ilegal de la frontera. Esas imágenes de niños que pasaban en brazos a los trenes saturados de desesperación me han roto el corazón. Me han recordado los fotogramas de las películas que nos mostraron el drama del holocausto nazi. Los vagones cargados de personas con dirección a campos de concentración, o lo que es peor, a maquiavélicas cámaras de gas. 


¿Qué más tenemos que ver para reaccionar? ¿Es egoísmo? ¿Es miedo? Vivimos en nuestra burbuja de comodidades ajenos a las trágicas muertes de seres inocentes.  "No podemos hacer nada", nos decirnos para lavarnos la conciencia. Pero pecar por omisión es la forma más cobarde de pecar ¿Qué nos ha ocurrido para no temblar ante el dolor ajeno? Se nos está enfriando el corazón. Coger a tu familia, huir de tu país con apenas equipaje, dejando atrás tu vida, los planes de futuro, es una decisión difícil y sin embargo ellos la toman porque la única alternativa es la muerte. 

¿Somos acaso los nazis del siglo XXI? Aunque los ciudadanos de muchos países empezamos al fin a mostrar nuestra indignación frente a una situación inaceptable, los gobiernos europeos no acaban de ponerse de acuerdo para resolver este sinsentido 

Tenemos el deber moral de exigir a nuestros gobiernos que actúen, que den una respuesta solidaria a las miles de familias que se han quedado sin nada. Queremos que nuestros impuestos se utilicen en misiones que valgan la pena, y no hay nada más valioso que una vida. Podemos prescindir de aeropuertos vacíos, de autonomías, de asesores designados a dedo, de políticos corruptos, de Eres falsos, de tarjetas black, de coches oficiales... pero no podemos prescindir de la vida

Haz cuanto esté en tu mano, por pequeño que sea. Escribe en tu blog, en twitter, facebook o instagram, manda una carta al periódico, participa en una manifestación, rellena un formulario, díselo a tus vecinos, que quieres que tu país abra las fronteras para acoger a refugiados sirios, igual que abrirías los brazos para recibir a tu hermano. 

Se recauda mucho dinero al cabo del año y hay muchas cosas a las que los españoles estamos dispuestos a renunciar con tal de que se haga ni más ni menos aquello que es de ley: amar, porque esto, no nos engañemos, no es una cuestión política o económica. Es tan solo una cuestión de amor




miércoles, 12 de agosto de 2015

Felices 140

Hace unos días vi "Felices 140", una película española dirigida por Gracia Querejeta. La protagonista, Maribel Verdú (dentro de que se trata de una película coral) convoca a sus más allegados (familiares y amigos) a un fin de semana en una casa rural de ensueño. Se propone celebrar con ellos su 40 cumpleaños. Pero una vez allí sucede algo que les obligará a cada uno a tomar una complicada decisión... 


Durante toda la película me dediqué a juzgar la actitud y el comportamiento de los personajes. Casi ninguno de ellos parecía una persona "íntegra". Se movían por intereses egoístas, si bien hasta ese momento sus relaciones se sostenían en una amistad o lazos familiares que se iban a ver tambaleados por los acontecimientos ¿Eran las bases de esas relaciones lo suficientemente sólidas?

Cuando llega el momento de tomar "la decisión", el espectador SABE perfectamente cuál es el camino correcto, el único justo. Sin embargo, los personajes no parecen tenerlo tan claro. Anteponen sus intereses y necesidades personales a todo lo demás. 

Me decepcionó enormemente comprobar que, al menos en la ficción, los actos egoístas dan buen resultado ¿Qué clase de valores enseña el cine de hoy? 

Hace poco una prima me contaba que su hijo había visto "Marcelino pan y vino" (una película antigua, en blanco y negro, cuyo argumento podéis recordar aquí) y que el niño se había emocionado. La conclusión de mi prima fue: ¿Cómo van a ser los niños de hoy, que ven dibujos como Bob Esponja, cargados de rencillas, insultos, perversiones, como los niños de nuestra infancia, o más aún, de la de nuestros padres, que crecieron con películas donde se ensalzaban la amistad y el amor?
Volviendo a "Felices 140", estaba comentando con mi marido el argumento, quejándome de que los actos egoístas sean socialmente aceptados, lamentándome de que el fin justifique los medios, cuando me preguntó: ¿Tú qué habrías hecho? Y ahí me paré a pensar y me entró la duda. En la película hacer lo correcto no aportaba ningún beneficio (salvo el moral) a nadie. Sin embargo, actuar en base a los intereses personales de cada uno parecía satisfacer a todos, aunque,repito, no era lo correcto. 

¿Yo qué habría hecho? Después de meditarlo, mi conclusión fue a su vez una pregunta: ¿Por qué a pesar de saber con claridad lo que tenemos que hacer, lo que es justo y honroso, a veces no lo hacemos? 

Quizás porque la sociedad de hoy, en la que me incluyo, no valora realmente cualidades como la honradez, el honor, la disciplina, la lealtad o la nobleza. Son cualidades que valoramos en personajes de ficción, en los grandes héroes de la literatura, valores que entendemos superiores por dignificar al ser humano. Pero en la práctica primamos el dinero, el éxito económico y profesional, el reconocimiento social, por encima de los valores más básicos.


No se trata sólo de SABER qué es lo correcto, sino de HACER lo correcto, que por lo general es siempre lo más difícil. Quizás ahí es a donde quería llegar Gracia Querejeta.

lunes, 10 de agosto de 2015

Ensalada de calabaza y aguacate

Invité a cenar a mis amigas en La Mucca de la calle Almagro, y pedimos una ensalada que me gustó tanto y parecía tan sencilla, que decidí reproducirla en casa. 

- Base: lechugas variadas. 
- Calabaza: se cuece no en exceso (que no quede muy blanda) y se trocea en dados. Después de cocerla, se pasa por la sartén para dorarla. 
- Aguacate partido en dados. 
- Tomates cherry. Los puedes poner enteros o partidos por la mitad. 
- Pipas de calabaza
- Vinagreta: no recordaba bien cómo era la de la ensalada original, de modo que hice una con miel natural, derretida un poco en el microondas, aceite, vinagre de módena, mostaza y sal. 


Se mezclan bien todos los ingredientes y os aseguro que está increíble. El otro día la hicimos en casa de mis padres, que tenían invitados, y triunfó como la Coca Cola!

viernes, 7 de agosto de 2015

Propósitos para el año nuevo

Cuando eres estudiante, el año comienza en septiembre. Y es a la vuelta del verano cuando haces tus propósitos para los próximos 12 meses, cuando vuelves con energías renovadas y te crees con energía suficiente como para cambiar las cosas que no te gustan, afrontar nuevos proyectos o generar nuevos hábitos. 

Este año, con mi excedencia de maternidad, hay muchas cosas que inevitablemente van a cambiar en mi vida (para empezar, no tendré que coger el metro cada mañana, oleeeeeee). Tengo proyectos para estos meses (años, si la cosa no va mal), pero aparte de esos planees más ambiciosos, también tengo mi pequeña lista de propósitos. Creo que es buen escribirla, porque nos hace ser más conscientes de ellos, nos sirve de recordatorio cuando nuestra memoria falla, y genera un cierto compromiso con nosotros mismos. 

Sin ánimo de extenderme más, los míos para este año que comienza en septiembre son: 
  • Continuar con el proceso de madurez. Es un tema sobre el que hablaré en un post más adelante, porque da para mucho, pero es el más importante y por eso encabeza la lista. A modo de resumen, diré que hace poco leí que madurar es aprender a gestionar la frustración y me sentí muy identificada. 
  • Disfrutar del tiempo con mis hijos. Estar con los niños no es sólo una cuestión de cantidad de horas, sino de calidad. Y para eso, lo primero que tengo que hacer es apagar el móvil (no en sentido literal, basta con dejarlo silenciado en el bolso). No consultar whatsapp, ni Instragram, Facebook o jugar al Cundy Crash cuando estoy con ellos. Si quiero de verdad disfrutar con y de mis niños, tengo que apartar la mirada de la pantalla del teléfono y mirarlos a ellos, y disfrutar de su inocencia. 

  • Hacer deporte. Esto es más una necesidad que otra cosa. Tenemos que aprender a escuchar a nuestro cuerpo, y a mí me pide que me mueva. No es necesario correr una maratón (o media), pero sí tengo que caminar y hacer mis ejercicios de Pilates. Mi espalda y mi mente me lo agradecen. Por eso, espero poder sacar al menos dos horas a la semana para hacer deporte. 

  • Meditar, orar, pensar. En esta vorágine en que nos movemos, es fundamental encontrar unos minutos al día para meditar. Este es otro tema sobre el que me gustará profundizar más adelante. 
  • Cuidar mi alimentación en general. Reducir el consumo de azúcares refinados o de liberación rápida en particular. La comida procesada, las salsas, los snacks, los refrescos y un montón de cosas más que ni imaginamos, traen azúcares refinados, y por diversos motivos (peso y salud) me gustaría eliminarlos (o al menos reducirlos sustancialmente) de mi dieta. 

  • Desprenderme de cosas tóxicas. Hay personas tóxicas, programas de televisión tóxicos, revistas tóxicas... y a todos ellos quiero apartarlos de mi vida. 
  • Ser menos consumista. Esto viene impuesto por la excedencia de maternidad, pero además es algo que me apetece vivir. Plantearme antes de comprar algo si realmente lo necesito, si me lo puedo hacer yo misma, si alguien me lo puede prestar, si lo puedo reciclar. Ser menos consumista, además, repercute positivamente en el medio ambiente (otro tema que me preocupa y sobre el que me gustará escribir)


Y esto es todo (que no es poco). Sé que muchos, si no algunos, de los propósitos, no los cumpliré, pero al menos espero mejorar un poquito en cada una de estos aspectos. 

Y vosotros, ¿también hacéis planes en septiembre? ¿Cuáles son vuestros proyectos para el nuevo año?

domingo, 2 de agosto de 2015

UN DESAYUNO PROTEICO

Cuando estaba embarazada de mis mellizos, la ginecóloga me puso, por propia petición mía, una dieta de 2.000 calorías. Esta incluía la friolera de 11 huevos a la semana. Yo reduje la ingesta a unos 7, y cuando el menú indicaba tortilla de dos huevos, yo ponía sólo uno. Le pregunté a la médico si 11 huevos no serían demasiado y me respondió que no. Yo no iba a tomar rebozados, bollería, mayonesa o algún otro producto con huevos. Además, los huevos contienen proteínas de alta calidad biológica. Esto significa que:

1.- Son fácilmente digeribles.
2.- Contiene un número elevado de aminoácidos esenciales.

Así que desde entonces, soy una aficionada a los huevos en todas sus versiones. Aunque reconozco que como más me gustan son pochados.

Por eso, decidí incluirlos también en mi desayuno, en mi huida desesperada de las galletas o productos de bollería. Además de ricos, son bastante saciantes y combinan fenomenal tanto con dulce como con salado.

Mi desayuno este día fueron unas tostas de huevos revueltos con eneldo, plátano y arándanos. Exquisito y energético.



viernes, 31 de julio de 2015

Decidido: excedencia por maternidad

Lo contaba aquí. Mi empresa había sido vendida y mis perspectivas profesionales y personales cambiaron drásticamente. Mis mellizos han cumplido ya los cinco meses y en un mes más estaba previsto que yo me incorporase al trabajo. Pero no a mi puesto antiguo, donde ya era la mano derecha de mi jefa, estaba considerada y tenía buenas perspectivas de futuro. NO. Mi incorporación sería a una nueva compañía, un nuevo equipo, en una empresa donde la palabra conciliación familiar sólo parece existir en los papeles. Dependería de la subordinada de la jefa. Me encargaría de unas tareas mucho más reducidas de las que tenía antes y con menos visibilidad.En definitiva, no era un cambio que yo hubiese buscado. 

Llevo más de diez años trabajando y sólo he parado en mis dos bajas por maternidad. Visualizar mi nueva vida laborar, con los niños tan pequeños (aparte de los mellizos, la mayor tiene dos años y medio) me daba pánico. ¿Llegaría a todo? ¿podría atender a los niños? ¿sería capaz de responder a las expectativas de mis nuevos jefes?
Tras meditarlo con mi marido, con mi familia y sobre todo conmigo misma, he decidido solicitar la excedencia por maternidad. Para quien no lo sepa, es un permiso no retribuido que concede la empresa y que puede extenderse hasta que el niño por quien se solicita cumple los tres años. Durante este periodo no cobramos una nómina, pero computa a efectos de aportaciones a la Seguridad Social y de antigüedad en la empresa. Además, durante los 12 primeros meses (15 en el caso de familia numerosa), la empresa está obligada a mantener tu puesto de trabajo. Pasado este plazo, si te incorporas, puede ser a cualquier otro puesto de la misma categoría, pero no necesariamente el mismo. 

El 30 de julio telefoneé al responsable de Recursos Humanos para confirmarle mi decisión de solicitar la excedencia. Eran las siete y media de la tarde y tenía poca esperanza en que me contestase al teléfono, pero era el único momento del día en que los niños me habían dado un respiro. Allí estaba él, en su despacho, un treinta de julio a las siete y media de la tarde. Esto no hizo más que reafirmarme en mi decisión. Si acaso aún tenía alguna duda, definitivamente esta se disipó. 

Seguramente será un periodo duro, aunque sin duda, también satisfactorio. Tendremos que apretarnos el cinturón en casa, prescindir de caprichos y de compras que ahora hacemos sin plantearnos si acaso es realmente necesario. Pero creo, espero, que sea un periodo de crecimiento personal y familiar. 
Mi hermana me lo decía hace poco: "cualquier decisión que tomes, que nunca sea por miedo". Por eso mi decisión es aparcar temporalmente el trabajo y dedicarme a mi familia. 

¿Alguna de vosotras ha disfrutado de una excedencia por maternidad? ¿Conocéis a alguien que lo haya hecho? ¿Cómo ha sido la experiencia?